Marxista Bizarro IV: ¡Eres un desastre!

 


Marxista Bizarro IV: ¡Eres un desastre! Depresión, enfermedad mental, soledad, aislamiento y contrarrevolución en el siglo XXI.

 


[Durante la crisis sanitaria por el virus SARS-CoV-2 el nivel de estadísticas sobre enfermedades mentales ascendió de forma dramática. La muestra de la desesperación de los individuos tenia algo más profundo que la compra compulsiva de papel higiénico. Era una subjetividad creada por la forma valor, la dominación real ha alcanzado formas subjetivantes antes no vistas después de la desintegración de la identidad obrera. En este texto me planteo narrar como las formas impersonales del proceso de valorización son fuerzas de poder y dominio, de reproducción de la desigualdad, la exclusión y la segregación tanto estructural, simbólica, subjetiva y objetivamente sobre la reproducción proletaria en positivo para el capital (productor de mercancías) y en negativo (destructor de la condición proletaria, rechazo del trabajo  y relaciones comunistas) en periodos de revolución/contrarrevolución en esa dialéctica nos encontramos los proletarios del siglo XXI. Luchar contra el cotidianismo del capital ficticio y el trabajo muerto es parte ya de prefigurar un horizonte comunista y el devenir postcapitalista de un proyecto emancipatorio, frente al nihilismo de la socialdemocracia, el progresismo reaccionario, el democratísimo radical. Contra ello emergen medidas comunistas inmediatas y relaciones comunistas, es decir la producción de un mundo nuevo. La confirmación las revueltas de reciente aparición en todo el mundo desde Chile, China hasta Estados Unidos y Francia, un nuevo ciclo de lucha de clases comienza y es más virulento en su forma y contenido].

 

Llegados a este punto de la teoría anecdótica que pretendo proponer como un método de egreso de lo que últimamente he llamado «capitalismo relacional» debo plantear las posibilidades de salir de ellas, el lector siempre pregunta ante un texto ¿Qué hacer? Yo parto del ¿Cómo hacer? Preguntarse las posibilidades de estar en contradicción, conflicto y antagonismo con el mundo existente, es negar y superar las relaciones que se nos imponen que se han normalizado y naturalizado e incluso eternizado como dice Marx.

Durante mi experiencia de vida, ahora con 35 años he lidiado con un montón de cosas (leer las series de Marxista bizarro anteriores) entre ellas el desamor/desempleo, amor/valorización, enfermedad mental/trabajo asalariado, depresión/exclusión, neurodivergencia/normalidad, al mismo tiempo con la posibilidad/imposibilidad del comunismo que lleva a otros antagonismos amistad/enemistad.

Esas relaciones sociales se encuentran dentro de las relaciones de producción e intercambio, cada acción humana es vinculante y relacional, ese es el carácter profundamente social de interdependencia en la sociedad moderna, burguesa productora de mercancías. Donde la reproducción de la vida cotidiana es la relación entre otras determinaciones de clase, raza, género, neurotipo, etc.

La reproducción social de las relaciones de clase capitalista inscribe complejas formas del ser y el estar, condiciones y contextos geográficos, hidrográficos, topográficos refieren a la historia espacial de las subjetividades, cada una es diferente dependiendo el lugar y el contexto histórico en el que se desenvuelve. Las historias de vida aparentemente dan una impresión de aislamiento, como si las determinaciones no existieran o desaparecieran en el “libre albedrio”, cosa que no pasa hay muchas relaciones que impulsan a los individuos a actuar y movilizarse desde cuestiones culturales, políticas, económicas, psicológicas, emocionales, sensitivas y perceptivas.

No percibe la realidad de igual forma alguien que ha vivido en condiciones sociales privilegiadas, frente a quien no las ha tenido nunca, también es cierto que las relaciones del salario o una fuente de dinero constante normalizan la narrativa de los individuos en la sociedad capitalista, entendida ésta como una totalidad tal cual y Marx la define en el cuaderno M del Grundrisse: Producción, circulación, distribución, cambio y consumo.

En esas relaciones sociales nos movemos sea para negar/afirmar la condición proletaria que es carecer de medios de vida y producción o bien para estar en conflicto con esas relaciones, como pueden ser momentos de revuelta, motines, asaltos e insurrecciones  que también tienen una temporalidad, donde se lucha en y contra la forma proletaria de socialización como forma capitalista de vínculos entre seres humanos. Esto implica que hay periodos de afirmación (tiempos de contrarevolución o no revolucionarios) y de negación (periodos de enfrentamiento directo con el orden establecido). Entre un momento y otro hay algo que llaman impasse que seria una forma de tensión, pero yo prefiero llamar en el lenguaje Hegeliano como contradicción.

En la contradicción nos movemos decía Hegel así son los impasses donde la lucha de clases se prepara para otro momento de barricadas, donde se aprende no solo a pelear, sino también a vivir. Justo aquí es el asunto que me convoca a escribir esto.

En esos periodos de completa obscuridad y desesperación (impasse) me pude percatar de que a veces no se peleaba con la influencia de la sociedad burguesa y la mercancía en la vida cotidiana, sino que solo se sobrevivía para otro episodio de revueltas muertas. Cuando el fuego pasaba los sujetos que se enfrentaban a la policía, al ejército, a los jefes y demás representaciones de fuerzas impersonales del capital, terminaban consumidos por el fuego: depresión, soledad, aislamiento, pobreza, precariedad, desempleo y locura son síntomas de no poder retornar a la normalidad después de un episodio de lucha de clases álgido.

Los revolucionarios que mueren sin revolución, una gran constante y un reto dentro de los periodos contrarrevolucionarios o no revolucionarios ¿Cómo enfrentar la relacionalidad capitalista? ¿El inmediatismo se ha analizado mal? ¿Qué es una medida comunista inmediata en ese contexto? ¿Dejar morir, aislar a los compañeros que les cuesta regresar a la “normalidad”? ¿Por qué aceptar la normalidad y el repliegue? ¿Qué tanto mi actividad individual no contribuye consciente o inconscientemente a la contrarrevolución? ¿No es el cotidianismo del consumo la forma más perfecta de la dominación de clase capitalista? ¿Cómo enfrentarnos a ello? Me preguntaba en un tiempo completamente delirante y alucinante, salir a la calle me producía ansiedad, las cámaras, la gente con celulares todo el tiempo la normalidad/tecnológica de vigilancia sobre todo en contextos represivos por las fuerzas del Estado, lo de siempre, seguimiento, persecución y hostigamiento.

Una de las cosas con las que lidie fue la represión post 2012 contexto de revueltas en México, entre otras cuestiones en esa época la depresión crónica regreso, después de años de no tener episodios tan fuertes como ese, al mismo tiempo mis reflexiones sobre la teoría del valor y el fetiche de la mercancía me hacían cada día criticar más mis vínculos intersubjetivos, al mismo tiempo que la teoría radical influía en mi como un rayo sobre la noche: iluminador.

En ese periodo entre en una crisis tremenda con mi masculinidad, empecé a dar cuenta de relaciones entre el virilismo y la forma valor, entre el machismo y el fetichismo de la mercancía ¿Cómo puede un sistema impersonal crear subjetividad? Era una pregunta que me hacía y lo veía a diario, los procesos de subjetivación masculina era la competencia, el poder, la mentiría, la deslealtad, la envidia, el egoísmo, la violencia. Me sentí vulnerable muchas veces al replegarme a otras formas que no reprodujeran eso, muchas veces algunos “compañeros” llegaron a violentarme, cosa que igual respondía de forma violenta, la socialización mercantil nos ha traumatizado tanto al llegar al punto de la toxicidad.

En ese momento de mi precaria existencia encontré la antipsiquiatría, los clásicos Bassaglia, Szasz, sumada a mi lectura adolescente de Reich y el Freudo Marxismo, también por esa época me leí las sociologías fenomenológicas y simbólicas de Schütz y Goffman, sumados a las lecturas de Foucault y más tarde las de Deleuze y Guattari, que complementaban mis estudios sobre el lenguaje, ya saben: Saussure, Wittgenstein y Piaget.

Esto comenzó a ejercer muchas preguntas, por lo regular nunca he tenido nada claro, así es que siempre he leí más para tener un poco de idea de las cosas, nunca tengo certeza casi de nada, la verdad creo que eso me ha permitido no encerrarme y casarme con una idea o afirmar una verdad absoluta, solo he aprendido que las ideas, las practicas de las cuales emanan son unas dinámicas por ende paradigmas a superar. Tal cual y lo definían los filósofos de la ciencia y la sociología del conocimiento. En ese terreno me moví, la incerteza como pregunta que iba también a la par de mi estado mental y emocional en general. La triada incerteza, precariedad y desamor ¡Grandes temas de nuestra época!

Esa confusión al parecer era positiva en mí, me obligaba a construir otras practicas desde una forma aparentemente negativa, ponía en entredicho mis vínculos conmigo mismo y con los demás, verse a sí mismo como otro es parte de un ejercicio de autoconciencia y autocritica, la alteridad es verse como un extraño. Cosa que siempre me he sentido, un alíen, un ajeno, un enajenado un depresivo, un enfermo mental.

¿Qué significa estar enfermo mental en un contexto contrarrevolucionario? La normalidad capitalista nos obliga a comportarnos de una forma regular para ser productivos, tener un trabajo o explotar gente, tener capacidad para consumir y de paso llevar a tus amigos o tu vinculo sexo afectivo a deglutir mercancías, ese es un contexto de vinculación capitalista cuando tienes depresión crónica, a veces resulta difícil salir de la cama, ir a la calle y que todo el ruido de los autos, el tumulto de la gente y las imágenes de terror cotidiana no te den ansiedad.

El aislamiento por estar desempleado que significaba y representa un problema en las relaciones de intercambio y consumo, dado que el nexo social en esa relación es el dinero, siempre he tenido problemas para ganarlo, decía Rainer Maria Rilke “soy un mal ganador de dinero” por lo que la violencia sistemática se hacia más densa en mi vida personal, al ser pobre desde nacimiento, provenir de familia de clase obrera y ningún vinculo de protección o estabilidad me ponía en condiciones de extrema vulnerabilidad. Cosa normal en la vida de muchos como yo, no soy el único que quede claro.

Más allá del sufrometro (habrá quienes sufran más que uno) la relación es compleja, el dolor, la desesperación, lo que significan las humillaciones constantes, graduales, paulatinas y sutiles de las violencias subjetivas, estructurales, objetivas, sistémicas y simbólicas del modo de producción capitalista son producto de periodos de contrarrevolución y eso es su síntoma real y formal.

A veces el aislamiento no es solo el producto de la enfermedad mental, también es producto de relaciones entre seres humanos, en este caso las relaciones capitalistas de producción, cada día que pasaba desde 2012 al 2017 fue marcado por esa pauta, conflictos, peleas, distanciamientos y enfrentamientos no solo con el orden existente sino también con los individuos o grupos que negaban ese mundo, siendo de ese mundo, sin tener una resolución positiva en la contradicción.

Siempre la dialéctica resuelve la confirmación positiva y negativa, los grupúsculos activistas siempre se quedan en la positividad es decir la vinculación/relación subjetiva e intersubjetiva del proceso de valorización, la relación con el trabajo asalariado, el dinero, el capital, el consumo era la pauta. De formas sutiles se imponían competencias entre privados, el capital sin capital se peleaba por ver quien era el más revolucionario y el más actualizado, cosa que me parecía horrible, pedante e ingenua, francamente yo ironizaba y me burlaba de esas cosas, ahora ya no, pero es cierto que los guetitos de identidad y racket políticos que pretenden ser “la vanguardia” del movimiento social o de la lucha de clases si están en ese delirio tóxico. Lo que implica es que la gente se vaya y se aleje, mientras ellos en su delirio creen ser los más audaces o esclarecidos, pero no, realmente es su trastorno mental el que habla en vez de la dialéctica negativa ¡Deberían de ir a terapia antes de leer Das Kapital, les vendría bien!

En un contexto contrarrevolucionario no podía haber más que comportamientos, actitudes, relaciones, disposiciones, posiciones, gestos y posturas contrarevoluconarias, más proviniendo de una generación creada por la reestructuración capitalista de finales de los años setenta, que profundizo la individuación y la subjetividad articulada a la forma del capital ficticio ¡Por fin el capital lo había logrado! Ahora la identidad era mantener y reproducir la lógica del proletariado y su relación como mercancía.

Era complejo hablar de vulnerabilidad sin sentirse acosado o bien puesto en tela de juicio para la burla o el chantaje, no obstante la intimidad era la cancelación de la experiencia individual en el maltrato y la humillación, es decir lo que Adorno llama -el trauma de la paz salarial-, el sálvese como quien pueda estaba en todos lados en grupos e individuos que reproducían la dominación informal del grupo de afinidad anarquista o en los clubes de lectura de ciencia ficción a los que solía ir, donde hay especialistas y los demás callan.

El periodo de contrarrevolución en México ha durado mucho, claro, no ha resistido a ciertos episodios de revueltas, motines, asaltos, enfrentamientos, insurrecciones en ese proceso, sin embargo, el triunfo de MORENA marcó lo que ya habíamos afirmado algunos, la ausencia de 1) critica radical y 2) un movimiento real, cosa obvia en todo el mundo el proletariado lucha como mercancía y contra su propia reproducción, ahora más en la crisis del trabajo.

La situación me llevó al aislamiento en muchos sentidos económicos, políticos, culturales, sexuales y emocionales. La no reproducción de mi masculinidad desde el capital desde el punto de vista de la teoría del valor escisión y los feminismos críticos me obligaron a pensar y repensar mi vida, en esa dinámica encontré algo que no había contemplado en mis años de descubrimiento de las epistemologías negadas, la relación entre forma valor y la dimensión emocional y sensitiva. Marx en la tesis 5 y 8 sobre Feuerbach plantea la actividad subjetiva como productora de objetividad, no se refiere única y exclusivamente a las relaciones económicas, sino a la totalidad de las relaciones humanas, la diferencia entre materialismo idealista y el materialismo de Marx, estriba en ver a los sujetos en la historia activamente creando la objetividad. Por ello ya en el tomo 3 de El capital comienza a hacer un análisis de las formas del capital ficticio y la subjetividad que componen la relación de las clases de la modernidad.

La subjetividad capitalista era una objetividad dado que es la dimensión concreta de las relaciones de producción, la competencia, el egoísmo, el individualismo y la envidia eran condiciones ya explicadas en La ideología alemana. El capital realiza el programa de la libertad y el libre albedrio burgués, más no la libertad absoluta que es y su pone el comunismo,

El capitalismo relacional es eso, un proceso anti-comunista, es decir aislar, segregar, excluir, omitir, silenciar, censurar, invisibilizar el proceso antagónico entre capitalismo-comunismo, donde hay sujetos de carne y hueso. La lucha de clases adquiría formas más claras, al mismo tiempo más terribles y he de confesar que me sentí aterrorizado por mis reflexiones.

La forma valor comienza desde la sensibilidad, la emotividad, la percepción, la cognitividad, el marxismo clásico nunca contemplo estas particularidades, ni mucho menos los análisis postmodernos y estructuralistas. Las sociologías de las emociones, sensaciones y cogniciones a penas y hacen una relación entre capital y estos procesos sociales. Separar procesos subjetivos y objetivos como antinomias dicotómicas, es no comprender la contradicción metodológica, en formas bifacenticas como procedió Marx en el parágrafo 2 de El capital, algo hay que aprender de la episteme de Marx y es comprender los procesos de entre formas históricas, conceptos abstractos y categorías reales desde una lógica-histórica ¡Gran hegeliano el Moro!

Así las representaciones, imaginarios, sensaciones, toman corpus material en las relaciones entre individuos, el capitalismo como relación social nos obliga a usar el dinero para mantener vínculos, la duración de ellos es a partir de esta relación cada día más obligada, pues es la sobrevivencia -el no morir de hambre- o el efecto de la vergüenza que causa estar en el limite -pauperización y empobrecimiento- de una “virtud” como el “orgullo”, mismo que obliga a no poner evidencia que estas incapacitado para sobrevivir en el mundo de las mercancías, es decir no puedes convertirse en trabajo abstracto.

El orgullo es algo complejo en la sociedad burguesa, en el se debaten entre la vulnerabilidad y la fortaleza, necesarios para la virilización de toda la sociedad en la mercancía, que sería la forma más bruta del patriarcado, ejerce una violencia impersonal que no trata ya de hombres vs mujeres, sino de la reproducción social desde este aspecto mercantil. El sistema sexo/genero seria incompleto sin la teoría del valor/reproducción ya que ¿Dónde quedan todos los excluidos de la sociedad de clases? Sean mujeres trans, bisexuales, dimisexuales y demás. Cada día el impulso impersonal del capitalismo es sentido por sus formas abstractas, ficticias y muertas.

Los activismos de todos los tintes y matices se mueven mucho en esa dinámica, privatizan el síntoma y el malestar como una mercancía que hay que gestionar ¡tipico de rackets! La cuestión es como producen discursos sobre la “superación del odio” o bien su opuesto “la alegría”, en una cultura estructuralmente tóxica como señala Gabor Maté, este psiquiatra me gusta más que las teorías de activistas de clase media que venden sus derrotas y fracasos a ongs, acs que viven de capitales privados.

La cultura toxica del capitalismo es algo más que un enfrentamiento entre pulsiones negativas o positivas, como decía Freud o Marcuse entre el la pulsión libidinal y la pulsión de muerte, entre el eros y el tanatos. Hay algo más para resolver la cuestión toxica de esos vínculos del capitalismo relacional y no puede ser de otra forma más las que han planteado personas como Bataille, Blanchot, Nancy, Mark Fisher y Matt Colquhoun. Incluso Tiqqun y el comité invisible que citaron a Franco Forntini y a Giorgio Cesarano con quien terminaré esta reflexión, pero agrandes rasgos es necesario recuperar lo que Cynthia Cruz llama “melancolía de clase” que es salir de los paradigmas de clase media y proponer realmente la conformación de las emociones, percepciones, sensaciones, cogniciones de la clase proletaria desde su contradicción como clase del capital es decir su dinámica constante entre revolución y contrarrevolución. Que genera y produce en su auto suposición y autoabolición.

Cesarano ha sido un personaje poco conocido en América Latina, exceptuando los grupos de ultraizquierda que lo conocieron a partir de los textos del comité invisible o de Endnotes, entre otras fuentes, claro. El planteamiento de Cesarano el más sencillo y el más básico estriba en el conflicto entre la especie humana y el capital, un punto central en su texto Critica de la utopía capitalista es la relación de la forma ficticia del capital, el trabajo muerto y la depresión, las dos primeras son el triunfo de la dominación real, su efecto el estado emocional que corresponde a esa lógica es las enfermedades mentales como síntoma de la reestructuración del valor en su fase del trabajo muerto sobre el sujeto. Esto implica expresiones tendientes hacia el nihilismo, la perversidad, el ego, el narcisismo, entre otros factores que desarrolla como formas de la forma acabada del modo de producción.

En dicho texto aparecen también sus balances sobre la degradación medio ambiental, la cibernética y la microelectrónica, las pulsiones desenfrenadas hacia la representación/simulación, para él el capital ficticio era la forma en la que la subjetividad capitalista ejercía la dominación real, extendida realmente ya como sociedad del valor, donde se supera por sí misma la sociedad burguesa -ilustrada y humanista-. El mito del ser humano desaparece y lo que existe solo es producción subjetiva de la objetividad espectral: El capital.  

Contrarrestar la influencia de este periodo en mi vida que es una toma de perspectiva, brecha o ruptura en los niveles emocionales, sensitivos, cognitivos era algo constante, los procesos de antagonismo empiezan por lo más inmediato: la vida cotidiana, sin embargo, la ideología subsecuente como dispositivo imperceptible es siempre lo más real, el cotidianismo jamás se ponía en cuestión. Lo que aparecía eran militantismos/profundistas de individuos sensibles, consientes, emocionados, si alguien distorsionaba su vínculo ideológico que es todo el momento su reproducción material como relación de clase capitalista, entraban en conflicto. Sobre todo, de las ideologías derrotadas como el autonomismo, la ideología de los comunes o actualmente de los “cuidados”, que se presenta como una mercancía gestora de desgracias para venderse en centros universitarios o de derechos humanos, sin comprometerse realmente con los enfermos de todo tipo, los precarios, los desplazados, los segregados, los excluidos.

No es  chick y cool comprometerse más allá de la pose y el slogan publicitario, más en la época del narcisismo, hedonismo, cinismo, nihilismo. Esas perspectivas no pueden estar más que comprometidas con la forma ficticia y el trabajo muerto dado que es la manera más impersonal del poder del capital como lo dice Soren Mau (muchos otros y otras también), la relación entre subjetividad y capital ficticio es la conformación real de la individuación fetichista.

Cada personalidad o subjetividad es una mercancía, se venden activistas, defensores de derechos humanos, militantes odiadores o alegres, hípster bordiguistas o cyberpunkies situacionistas en Twitter, YouTube, Facebook y toda plataforma o app que les permita exacerbar su “yo” pero esa es la trampa y el triunfo del capital ficticio sobre la subjetividad, pese a que sean grandes consumidores de estéticas radicales, criticas o revolucionarias a la carta/opción de Netflix, HBO o Disney.

Ante esto es con lo que comencé a debatirme en la contradicción, es mi época y por ende no puedo estar inmerso en la sociedad, al tiempo de que ver su influencia en mí, el reto es ese cuestionar esa influencia y superarla en y contra como todas las demás relaciones del modo de producción. Superar el contenido propiamente capitalista de nuestras relaciones, sensaciones, afectos, emociones es algo complejo, pero no imposible. Luchamos en conflicto, contradicción, antagonismo para la posible superación y abolición del aislamiento de la ley del valor.

Ahí es donde comencé a Bizarrear como forma de romper con esas estructuras formales e informales del poder y la dominación, ya que el capital también se volvía anarquista o marxista dependiendo de que ong, ac o tink tank diera recursos para la gestión de la subjetividad mercancía, en la próxima entrega definiré lo que concibo dentro de la teoría anecdótica como Marxismo Bizarro, después de cerrar en la quinta entrega comenzaré a escribir otras cosas.





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